Vayamos directos al grano: no ha habido cambios sustanciales en el entorno económico, en nuestro análisis de valoración de activos ni en nuestro marco de riesgo como para recomendar cambios considerables en nuestro posicionamiento. Ni siquiera los tuits de Trump ni determinados escollos geopolíticos, como las tensiones con Corea del Norte, la crisis de Venezuela o los nuevos atentados terroristas en Europa, parecen capaces de alterar el actual contexto económico mundial de crecimiento sincronizado con inflación reducida y políticas monetarias ultralaxas.
Entretanto, la temporada de resultados también se ha mostrado favorable, especialmente en Estados Unidos, con elevadas cifras de ingresos y donde un 70% de las empresas lograron superar las expectativas de ventas y resultados. En el caso de Europa fue más heterogénea, dado que las expectativas probablemente eran demasiado altas. No obstante, el crecimiento de las ventas y de los resultados —de alrededor del 7-8% y 15-16% en tasa interanual, respectivamente— no puede considerarse malo. La rápida apreciación del euro durante el verano (a la que contribuyó en cierta medida la debilidad del dólar) ha lastrado la evolución del mercado europeo de renta variable en moneda local. Con un par euro/dólar más estable en adelante e incluso un probable retroceso hacia el 1,15 en los próximos meses, el potencial de rentabilidad superior de la renta variable europea permanece intacto a efectos de valoración. Hemos revisado tácticamente a la baja nuestra visión sobre el euro hasta aversión leve (frente al dólar) y reiteramos nuestra preferencia por las acciones europeas.
¿Se está retrasando la inflación o ni siquiera se la espera? Esta parece ser la pregunta del millón tanto para los bancos centrales como para los inversores, ya que actualmente existe un claro consenso en materia de crecimiento económico. Si bien la actual expansión sincronizada queda lejos de ser espectacular, ofrece otras ventajas, puesto que se trata de un fenómeno mundial y muy estable, lo que trae consigo una volatilidad reducida e incertidumbres limitadas. Por tanto, hoy en día el proceso de normalización se basa fundamentalmente en el ciclo inflacionista. En este contexto, Jackson Hole ha resultado ser un acontecimiento poco o nada relevante que podría resumirse con la siguiente máxima: "medidas más acomodaticias durante más tiempo pero, por favor, no prescindamos de la normativa bancaria". Me recuerda a un enjambre de luciérnagas pidiéndole a los bomberos que no actúen demasiado rápido pero que se queden lo suficientemente cerca como para evitar un desastre. Los bancos centrales y algunos inversores creen que la inflación en los bienes y servicios solo se está retrasando, pero nosotros creemos que no hará acto de presencia. Las políticas monetarias actuales son mucho más eficaces a la hora de generar inflación en los precios de los activos, distorsiones en el sistema financiero y crecientes desequilibrios, lo que sigue precisando más reglamentos y bomberos para controlarlos.
Más avanzado septiembre, no esperamos que de las próximas reuniones del BCE o la Reserva Federal surjan cambios significativos en las estrategias de retirada de estímulos de estos bancos centrales. Sin embargo, acechan los debates sobre el techo de endeudamiento en Estados Unidos, lo que puede provocar algunos picos de volatilidad hacia finales de mes. La política estadounidense, y concretamente la Administración Trump, es mucho más volátil e impredecible que el crecimiento económico, la inflación o las decisiones de los bancos centrales. Solo esperamos que sus decisiones no tengan un efecto negativo duradero.
_Fabrizio Quirighetti