Si bien el repunte ha supuesto un alivio, probablemente ha sido la parte «fácil» de la recuperación. Ahora estamos entrando en la segunda fase, en la que los nuevos beneficios serán cada vez menores, y los Gobiernos deberán hacer algo más que abrir de nuevo los sectores de la economía que estaban cerrados con el fin de estimular el crecimiento. Los datos de los sectores manufacturero y de servicios de China y Europa —que se encuentran a la cabeza en el ciclo del coronavirus— muestran que la actividad ya está comenzando a estancarse.
Es hora de que los inversores se olviden de la embriagadora esperanza de la recuperación y acepten la nueva realidad, o, más precisamente, la vieja realidad. Antes del coronavirus, el mundo ya había entrado en una nueva era de «niponización», que se caracterizaba por un crecimiento —de un solo dígito— y una inflación en niveles reducidos.